martes, 1 de febrero de 2011

Juventud y Participación Política.

Queremos compartir con vosotros este destacado editorial de la revista TEMAS, cuyo número 176 -Juventud y Participación Política-, estuvo dedicado de manera íntegra al asunto que el editorial presenta.

El texto es el siguiente, si en algún caso la entrada os pareciese demasiado extensa, tenéis la oportunidad de leer el artículo descargándolo en pdf aquí: http://www.fundacionsistema.com/media/PDF/Temas176_PDF_Editorial.pdf

Juventud y Participación Política.

Los jóvenes de hoy en día tienen una identidad arraigada y, por lo general, poco conocida para el resto de la sociedad, que no siempre entiende bien sus actitudes y pautas de comportamiento y a veces las enjuicia a través de prejuicios y clichés equívocos, en lugar de encuadrarlas en el contexto que rodea a la juventud actual. Lo más habitual para caracterizar a un sector social es tomar como común aquello que más repercusión mediática tiene, por lo que las imágenes iniciales proyectan fundamentalmente elementos negativos: botellón, consumo de alcohol, drogas, pasotismo...
Para valorar los comportamientos de los jóvenes se suelen buscar elementos de referencia y comparación, retornando al momento en el que cada cual tuvo dicha edad, sin tener en cuenta que cada uno vive su juventud en un contexto socio-histórico diferente. Sería impensable comparar a los jóvenes que vivieron en la dictadura con los del período de la transición o de la movida, o los de los años noventa con quienes conocieron la última legislatura del Gobierno Aznar. Sus escalas de valores, sus preocupaciones, sus visiones de la sociedad o sus problemas no son iguales. Mientras un joven en el período de la transición generalmente tenía un itinerario profesional u ocupacional definido que ofrecía ciertas seguridades, en la actualidad los jóvenes se encuentran en contextos en los que la incertidumbre y la precariedad son elementos comunes en el mercado laboral. Por ello, en este número de Temas nos centramos en la generación de jóvenes que protagoniza el momento actual y, en particular, nos ocupamos de un aspecto concreto como es el interés por la política y la implicación.
Según los estudios disponibles, estamos ante una generación de jóvenes con profundos valores democráticos, que entienden los partidos políticos como mecanismos de participación de la ciudadanía y que valoran su potencial personal de implicación. Una generación que en general se define como pacifista y solidaria, que se rebela contra el hambre y que rechaza los graves desequilibrios entre los países del Norte y del Sur.
Pero, al mismo tiempo, los jóvenes suelen ser muy críticos con los sindicatos y los partidos políticos, aún siendo conscientes de su papel fundamental en un Estado democrático. Esta paradoja plantea la necesidad de considerar los cambios que se deben acometer para mejorar la percepción que de estas instituciones pueden tener unos jóvenes que en principio parecen dispuestos a involucrarse más activamente. Cambios que deben propiciar un mayor acercamiento de los jóvenes a la política, ya que no son muchos los que lo hacen ahora y parte de los que lo hacen suelen dar por concluida su implicación política muy rápidamente, generalmente por desacuerdos, desencantos o problemas de adaptación con el funcionamiento actual de los partidos políticos.
Los jóvenes de hoy se enfrentan a un contexto social caracterizado por diversas incertidumbres, donde sus perspectivas no se circunscriben a tener una trayectoria ascendente en una empresa a lo largo de su vida laboral. Casi con toda probabilidad tendrán que entrar y salir del mercado de trabajo ocasionalmente y reciclarse para mejorar su perfil de empleabilidad. También deben afrontar un serio problema que limita sus posibilidades de emancipación, las dificultades de acceder a una vivienda a unos precios realistas, debido a la burbuja inmobiliaria impulsada fundamentalmente en la etapa de gobierno de Aznar.
En el horizonte laboral también persisten diferencias de género, ya que las mujeres jóvenes tienen mayores tasas de desempleo, perciben un salario menor a igual trabajo y tienen más dificultades de progresión profesional, ya que, aunque en menor medida que el resto de mujeres, asumen la mayor parte del peso de las labores del hogar y las cargas familiares.
Esta situación ha llevado a muchos jóvenes a alterar sus parámetros de comportamiento, generando algunos conflictos específicos, sobre todo cuando se hacen presentes en los espacios públicos. No podemos olvidar que los jóvenes suelen ser pragmáticos y se adaptan y aprovechan aquello que la sociedad proporciona. Eso sí, sus hábitos son cada día más saludables y muestran una mayor sensibilidad con el medio ambiente, están más comprometidos con el entorno que les rodea y defienden la ampliación de derechos y la superación de las discriminaciones.
En las actuales generaciones de jóvenes confluyen una serie de circunstancias socio-laborales y culturales que pueden abrir paso a una mayor implicación y participación política.
Los jóvenes conocen -y padecen- el contexto en el que les ha tocado vivir mejor y más directamente que el resto de la sociedad, lo que hace que comprendan perfectamente la sociedad globalizada actual y que sean más propicios a movilizarse y actuar para intentar corregir los desequilibrios sociales que se están generando. También aprovechan más intensamente las herramientas que el desarrollo tecnológico proporciona, tanto para comunicarse, informarse, conocer otras sociedades y sus comportamientos, como para movilizarse.
Las condiciones en que vive la generación actual se pueden explicar como el resultado de varios factores combinados: como las reformas educativas, ya que es la generación de la LOGSE, con el cambio en valores y métodos que ello conllevaba; también es la generación que ha crecido en democracia y cuyos primeros recuerdos ya forman parte de la era del cambio político y no de la transición; es la generación que, como ha ocurrido en Estados Unidos con el triunfo de Obama, ha conocido y, en su caso, ha tenido que luchar contra la hegemonía del ala más conservadora y arcaica de la derecha, que ha pretendido una involución de los valores morales y sociales al dictado de las fuerzas más reaccionarias, y en clara oposición con muchos de los valores que predominan en la juventud.
Por eso, se ha podido comparar la implicación y el comportamiento electoral de los jóvenes españoles en las elecciones de 2004, votando por la izquierda, con el que han tenido muchos jóvenes americanos en las pasadas elecciones que llevaron a la Presidencia de ese país a Barack Obama. Pero, si bien es cierto que los jóvenes españoles participaron más activamente en el cambio político de 2004 -como forma de rechazo a la guerra de Irak y como apoyo a un impulso reformador- tal comportamiento puede ser un hecho que no se vuelva a repetir hasta que se reproduzca una situación similar, ya que en España empieza a reflejarse una evolución preocupante, de forma que los datos recientes apuntan a un retorno, aunque no muy significativo por el momento, a la desafección política. Lo que impediría que se consolidase una respuesta identitaria en términos de una implicación política más activa que abriera mayores posibilidades de mejora cualitativa del sistema democrático.
Por ello, en los artículos de este número de Temas se intentan analizar los retos a los que la izquierda se debe enfrentar para consolidar una respuesta frente a las dificultades y problemas que afectan a la generación actual de jóvenes. Para ello, es necesario impulsar entre los jóvenes un gran debate ampliamente participativo, cuyo objetivo sea suscitar un mayor interés por lo colectivo.
Un debate que debe abordarse desde las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías, en la dirección de una mejora cualitativa de la democracia interna en los partidos, un retorno del debate ideológico como elemento enriquecedor, la apertura de nuevos cauces de implicación social, los avances en participación, la dignificación de la política y la lucha contra los comportamientos irregulares y éticamente criticables.
Estamos en un momento clave para la izquierda, y ante una generación de jóvenes que busca motivos para involucrarse más activamente, aunque de manera exigente y crítica, que demanda a los partidos y a los líderes políticos coherencia, valentía y mayor capacidad de innovación. Una generación de jóvenes que puede brindar nuevas oportunidades de dinamización política, o que, por el contrario, puede abrir la vía a una frustración tanto para los jóvenes como para la izquierda.

Fuente: www.revistasculturales.com/artículos